El síndrome del SEO exorcista

Hay cosas que uno hace por reflejo: ponerle emojis a los correos para parecer simpático, revisar las notificaciones cada 7 segundos, o… desautorizar enlaces como si Google fuera a darnos una palmadita en la espalda. Porque claro, si un dominio sospechoso te enlaza, es casi tan grave como que te mire feo el algoritmo. ¡Rápido! ¡A la Search Console! ¡Copia el dominio! ¡Cuelga el disavow.txt! ¡Y que los rankings sean eternos!

Pero espera. Estamos en 2025. Y Google, ese ente condescendiente que todo lo ve, ya no necesita tus sacrificios voluntarios. ¿De verdad seguimos creyendo que desautorizar enlaces es una estrategia? ¿O simplemente es otra excusa para sentir que estamos haciendo algo cuando en realidad no estamos haciendo nada?

¿Y si dejamos de jugar con el archivo disavow como si fuera un amuleto?

Durante años, el archivo disavow fue el cilicio digital de los SEOs. Si tu web caía en rankings, era porque tenías enlaces malignos. Si subías, era porque habías hecho limpieza espiritual. Y si no pasaba nada, pues tú igual te sentías moralmente superior por haber hecho tu parte.

Así nació el SEO exorcista. Ese personaje que no duerme tranquilo hasta expulsar cada backlink dudoso con un .txt bendecido por la religiosa Search Console. El que purga su perfil de enlaces como si estuviera poseído por el espíritu de Penguin.

¿Un enlace desde un sitio sin autoridad? Poseído. ¿Un dominio en otro idioma? Obra del demonio digital. ¿Un foro que nadie visita ¡Trae el agua bendita, que esto va para el disavow ya mismo!

Y así seguimos, entre oraciones técnicas y rituales de limpieza, como si el SEO fuera una ceremonia de sanación en una landing page cargada de scripts.

Las herramientas como oráculos del apocalipsis

Las herramientas SEO, claro, son los nuevos profetas. No predicen el fin del mundo, pero sí el fin de tu ranking. ¿Cómo? Mostrándote un mapa infernal de enlaces “tóxicos”, rodeados de alertas rojas, signos de exclamación y métricas incomprensibles. ¡Sálvate mientras puedas!

Y tú obedeces, claro. Porque si el oráculo lo dice, será verdad. No importa que no haya penalización, ni bajón, ni nada más que un número que parpadea. El miedo basta.

Así que, como buen devoto, descargas tu .csv, preparas tu disavow.txt, lo subes en ayunas, y le prendes una veladora a John Mueller.

La pregunta es: ¿realmente estás protegiendo tu sitio o estás alimentando un negocio basado en el miedo?

El sagrado archivo disavow.txt

En algún rincón de la web, hay un SEO que guarda su archivo de disavow como otros guardan cartas de amor. Lo revisa cada semana. Lo actualiza. Le pone comentarios. Lo sube. Lo baja. Lo vuelve a subir. No por necesidad, sino porque le da paz.

Ese archivo se ha convertido en un talismán, una especie de reliquia digital que representa la falsa ilusión de control. Como quien lleva una estampita en la cartera por si acaso.

Y sí, hay casos donde el disavow tiene sentido. Muy pocos. Tan pocos que podrías contarlos con los dedos de una mano… de un maniquí.

Pero mientras tanto, decenas de SEOs siguen colgando el disavow al ciberespacio con la esperanza de que algo pase. Te lo digo de una vez: no pasa nada. Porque Google ya sabe qué enlaces ignorar. Y porque tú no eres el padre Karras.

Deja de quemar enlaces y empieza a construir reputación

Aquí va una propuesta que puede sonar herética: en vez de obsesionarte con los enlaces que quieres borrar, invierte en los que valen la pena. Ya sabes, los buenos. Los que no se esconden. Los que vienen de contenido útil, relaciones públicas reales, o colaboraciones editoriales.

Pero claro, eso implica salir del modo “monje del disalow” y entrar en “estratega digital”. Y eso duele. Porque es más fácil borrar que construir. Más fácil temer que investigar. Más fácil rezar que ejecutar.

¿Y si en vez de seguir subiendo el archivo disavow.txt como quien reza por un milagro, actualizas tu lista de contactos?
¿O al menos escribes un contenido que alguien —al menos uno— quiera enlazar sin que le mandes un correo suplicando visibilidad?
¿O, quién sabe, limpias tu footer en vez de limpiar backlinks imaginarios?

Te aseguro que Google va a notar más eso que tu ritual semanal de exorcismo.

El disavow.txt no es un amuleto, es una distracción

Si estás a punto de actualizar tu disavow.txt, detente un momento. Mira a tu alrededor. ¿Qué estás evitando? ¿Un análisis de contenidos? ¿Una estrategia de enlaces decente? ¿Una auditoría técnica que da miedo?

El disavow.txt se ha convertido en el escondite favorito del SEO inseguro. No porque funcione, sino porque da la sensación de estar haciendo algo. Es como prender incienso y pensar que eso va a arreglar tu crawl budget.

Pero la realidad es otra. En 2025, el desaveo no posiciona. El contenido sí. Las relaciones sí. La estrategia, también.

El algoritmo no necesita tu bendición

Google ya no necesita que lo ayudes a distinguir entre el bien y el mal. Tiene SpamBrain, IA, y millones de datos más fiables que tus corazonadas.

Así que si sigues borrando enlaces como quien purifica su alma, puede que el problema no sea el perfil de backlinks, sino tu adicción a sentirte útil con acciones irrelevantes.

Mi consejo: guarda el disavow.txt, guárdalo bien. No por si lo necesitas, sino por si un día decides enmarcarlo como recuerdo de una época oscura del SEO… y de tu carrera.