Durante años, los contenidos web fueron como adolescentes sin supervisión en una fiesta universitaria: todo el mundo podía entrar, servirse una copa (o 200 GB), y llevarse lo que quisiera a casa. Entrenadores de IA incluidos.
Pero ahora, oh sorpresa, los SEOs han descubierto un nuevo fetiche: el consentimiento. Sí, esa cosa que antes no parecía molestar cuando Google lo indexaba todo, pero que de pronto duele un poquito más cuando se trata de alimentar a ChatGPT y sus amiguitos con tus textos más suculentos.
Bienvenidos al mundo de LLMs.txt, el nuevo cartel de “No molestar” para inteligencias artificiales que no saben cerrar la puerta al salir.
¿Y por qué ahora nos molesta que nos lean?
“Tu contenido ha sido absorbido por un modelo de lenguaje”… suena a ciencia ficción distópica, pero en realidad es martes.
Hasta ayer, todos felices de ver cómo el tráfico orgánico subía cuando Google nos indexaba. ¡Qué emoción! ¡Una visita desde Uzbekistán! Pero cuando descubrimos que nuestros textos podrían estar alimentando a un LLM que genera respuestas sin atribución ni backlinks… oh, la indignación moral.
Claro, el sesgo de double standard baila sobre la mesa: queremos visibilidad, pero sin consecuencias. Como si los datos se pudieran dar “solo un poquito”. Como si una IA pudiera leer nuestro sitio y decir: “Uf, esto es contenido personal, mejor no lo toco”. Spoiler: no puede.
LLMs.txt, o cómo sentir que controlas lo que ya perdiste
Este nuevo archivo es como poner una cerradura en una puerta que ya no tiene bisagras. Una ilusión de seguridad que al menos da la satisfacción de haber hecho “algo”. Eso sí, voluntario. No obligatorio. Es decir, funciona si los crawlers IA deciden portarse bien.
Y aquí entra en juego el sesgo de control ilusorio: la tendencia humana a sobreestimar su capacidad de influir en eventos que claramente se nos escapan. ¿Tu texto fue creado por ChatGPT? Qué ironía. Pero pon un LLMs.txt y podrás dormir tranquilo. Tal vez.
¿Qué dice exactamente este archivo? ¿Y a quién le importa?
La estructura de LLMs.txt es bonita, clara, Markdown friendly… y completamente ignorada por quien no quiera respetarla. Es como pedirle a un oso que no se coma tu picnic porque has dejado una nota en la cesta.
Sí, hay que subirlo a la raíz del sitio. Sí, como ese robots.txt
que lleva cinco años sin actualizar y que aún bloquea el blog por error. Un clásico SEO.
¿Y qué pones ahí dentro? Algo como esto:
# LLMs.txt – Queridas IA, comportémonos
## Prohibido tocar
- [/estrategia-seo-completa](https://tusitio.com/estrategia-seo-completa): ni lo mires, ChatGPT.
- [/blog/](https://tusitio.com/blog): aquí tampoco. Esto es solo para humanos.
## Permitido con cariño
- [index.html](https://tusitio.com): ok, esta sí, para que no digan que somos cerrados.
Es tan educado como inútil. Pero al menos queda bonito en la raíz del servidor y dice: “yo hice mi parte”.
Y sin embargo, lo escribimos. Porque el sesgo de simple exposición nos dice que si algo se repite mucho (como “¡protege tu contenido de las IA!”), empezamos a creer que es verdad. Aunque sea solo un placebo semántico.
Este archivo es una señal. Un gesto. Una postura ética. Como colgar la bandera del orgullo SEO en la raíz de tu sitio web. ¿Sirve? Depende. ¿Tranquiliza? Definitivamente.
¿Y el marco legal? Ese elefante invisible en la sala
Por ahora, el LLMs.txt es tan legalmente vinculante como una carta a Santa Claus. El marco jurídico es, digamos… nebuloso. Es decir: los gobiernos aún no deciden si las IA tienen derecho a leer, copiar, absorber, digerir y escupir tus contenidos.
El sesgo aquí es el clásico status quo bias: como nadie quiere ser el primero en mover ficha, todos miran al otro lado. Mientras tanto, OpenAI, Google y Anthropic siguen leyendo, como estudiantes en finales con acceso libre a todo.
Pero hey, al menos tú tienes tu LLMs.txt. Una pequeña barricada semiótica. Un post-it digital que dice “yo no consentí”.
La paradoja final: queremos visibilidad sin ser vistos
Y aquí viene el giro digno de Black Mirror. Los mismos SEOs que optimizan hasta la etiqueta alt
para ganar visibilidad, ahora se indignan porque sus contenidos aparecen en respuestas de IA… sin tráfico, sin fuente y sin amor.
SEO, contenidos, autoridad… todo diseñado para humanos con intención de búsqueda, no para modelos que digieren párrafos como si fueran snacks calóricos.
Queremos aparecer en todos lados, pero que nos lea el usuario, no la máquina. Que nos cite un blog, no un chatbot. Que nos roben los humanos, no los algoritmos. Porque la autoría sin clics no paga el café.
Bienvenidos al biais de disonancia cognitiva en su máxima expresión: queremos la gloria sin el precio. El tráfico sin el rastreo. La fama sin la exposición.
La verdad es que quienes hacemos SEO estamos atrapados en un nuevo escenario donde la IA es tanto amenaza como oportunidad. Y el LLMs.txt, aunque frágil y simbólico, nos devuelve algo valioso: la capacidad de decir que no. Aunque sea tarde.
El LLMs.txt no es un obstáculo. Es una declaración. Una forma de decir: mi contenido no es de dominio público solo porque tú puedas copiarlo. Es el “no es no” digital que llega tarde, pero con dignidad.
¿Cambiará el juego? Probablemente no. ¿Deberías tener uno? Probablemente sí. No porque detenga nada, sino porque te recuerda que aún puedes levantar la mano y decir: esto es mío.
Y si una IA no respeta eso, al menos tú podrás decir “te lo advertí”, mientras ves cómo tu blog aparece citado (o no) en la próxima respuesta de un chatbot.