Todo proyecto SEO comienza igual: una reunión con café tibio, un documento llamado “estrategia” y una serie de palabras como “visibilidad”, “objetivos” y “plan de acción”. Todos asienten. Todos hacen que entienden. Todos —en el fondo— saben que es mentira.
Porque no, no hay estrategia.
Hay acciones. Hay tácticas. Hay cosas que se repiten porque funcionan… o porque una herramienta dijo que funcionaban. Pero estrategia, en el sentido real del término, esa que implica elección, renuncia, conflicto, visión y riesgo, esa no está.
Y lo peor: no es por ignorancia. Es por conveniencia. Fingimos tener una estrategia SEO porque admitir que no la tenemos implicaría hacernos preguntas que no estamos dispuestos a responder.
I. Llamamos estrategia a lo que nos evita pensar
Decimos que tenemos una estrategia cuando rellenamos una tabla con palabras clave, cuando entregamos un calendario editorial, cuando firmamos un paquete de backlinks.
La estrategia se ha convertido en un ritual tranquilizador: si lo haces como te enseñaron en YouTube, debe estar bien. Si el tráfico sube, entonces fue una buena estrategia. Si baja, fue culpa de Google. Y si se mantiene, “por lo menos estamos haciendo algo”.
Esta narrativa se alimenta del sesgo de acción: hacer algo —cualquier cosa— nos da la ilusión de control. Nos sentimos competentes. Nos sentimos ocupados. Y eso basta para que nadie haga la pregunta crucial:
¿Para qué estamos haciendo esto, en realidad?
II. La ilusión de estrategia es el síntoma de una industria inmadura
A diferencia de otras disciplinas donde la estrategia se basa en decisiones duras (como la guerra, la política o incluso el marketing de verdad), en SEO hemos sustituido el pensamiento por procedimientos.
Es más fácil parecer inteligente repitiendo conceptos como “intención de búsqueda”, “cluster semántico” o “pillar page” que asumir que, en muchos casos, no sabemos por qué atacamos ciertas SERPs más allá de que tienen volumen.
Todo esto se apoya en otro sesgo delicioso: el efecto de verdad ilusoria. Si has leído la misma frase en 20 blogs (“una buena estrategia SEO empieza con un keyword research”), entonces debe ser cierta. Poco importa si ese keyword research te lleva a competir por términos donde no tienes ninguna posibilidad real de destacar, o que ni siquiera conectan con lo que tu negocio necesita.
Lo importante no es ganar. Es hacer lo que “hay que hacer”. Como si el SEO fuera una religión de ritos automáticos.
III. KPI sin alma: el fetichismo de la métrica vacía
¿Quieres ver una estrategia vacía? Mira su dashboard.
Ahí están, brillando: el tráfico orgánico, la visibilidad, los clics. Métricas que se celebran por sí mismas. Como si obtener 10,000 visitas a una página que no convierte ni construye marca fuera un logro. Como si subir en rankings para términos informativos genéricos tuviera algún sentido cuando tu negocio necesita vender, persuadir, posicionar una identidad.
Esta es la era del sesgo de sustitución: como no sabemos cómo medir lo importante (la relevancia estratégica, la calidad de la audiencia, el impacto en el negocio), lo sustituimos por lo que es fácil de medir.
Y así, semana tras semana, reporte tras reporte, le rezamos al dios del tráfico… sin preguntarnos si ese tráfico significa algo.
IV. Copiar no es estrategia. Es miedo.
Otra gran mentira: “Vamos a analizar qué hace la competencia”.
Traducción: vamos a copiar lo que vemos en los resultados de búsqueda y hacer lo mismo, pero con menos presupuesto, menos marca y sin diferenciación.
El benchmarking no es una estrategia. Es una excusa. Una forma de seguir fingiendo que estamos haciendo lo correcto porque “es lo que hacen los líderes del sector”. Y así, sin darnos cuenta, entregamos nuestra visión al algoritmo.
No posicionamos lo que somos. Posicionamos lo que creemos que Google espera de nosotros.
¿Resultado? SERPs plagadas de clones que repiten lo mismo con variaciones mínimas. Una guerra de contenido sin alma donde nadie se atreve a desafiar la norma porque el sesgo de conformidad nos susurra que es mejor no salirse del molde.
V. La estrategia SEO real es incómoda (por eso la evitamos)
Una verdadera estrategia SEO no empieza en Search Console. Empieza en una conversación incómoda con el negocio.
Una conversación donde hay que responder:
- ¿Cuál es nuestro diferencial real?
- ¿A quién queremos atraer y a quién no?
- ¿Qué estamos dispuestos a perder para posicionarnos de forma distinta?
- ¿Cómo el SEO se alinea con nuestra identidad de marca?
Y, sobre todo:
¿Qué pasaría si no hiciéramos SEO?
Responder eso duele. Porque revela que muchas veces hacemos SEO no por necesidad estratégica, sino por inercia, por presión del mercado, por pánico a quedarnos fuera.
Por eso fingimos. Fingimos para evitar el conflicto. Para no enfrentar el hecho de que quizás, lo que estamos haciendo no tiene dirección.
Quemar los PowerPoints y empezar de nuevo
No necesitamos más plantillas de estrategia SEO.
Necesitamos más pensamiento.
Necesitamos menos dashboards y más visión.
Menos volumen y más valor.
Menos benchmark y más posicionamiento real.
Porque mientras sigamos fingiendo tener una estrategia, seguiremos atrapados en el ruido, compitiendo por keywords irrelevantes, celebrando métricas huecas y escribiendo contenido que nadie recuerda.
Y no, no es culpa de Google.
Es culpa nuestra.