¡Oh, escándalo en el ciberespacio! Aquí, en el teatro digital de nuestra era, nos encontramos con una trama digna de un guion hollywoodense. Google, nuestro prestidigitador moderno, se ha vestido de gala para presentar a su más reciente prodigio: Gemini. Pero, ¿qué es esto? ¿Un truco bajo la manga del gigante de la tecnología? Así parece, y la cortina se levanta para revelar una comedia de errores y engaños.
Era el 6 de diciembre de 2023 cuando Google, con bombos y platillos, anunciaba Gemini. Sundar Pichai, CEO de Google, con la pomposidad de un maestro de ceremonias, nos presentó a este LLM multimodal, el supuesto David que derrotaría al Goliat Chat-GPT 4. Con su habitual elegancia, Google desplegó un arsenal de comparativas y videos marketing que prometían dejar en la lona a su competidor. Pero, ¡ay!, el teatro digital es un escenario donde las sombras juegan a ser luz.
Gemini y el gran truco de Google
La demostración de Gemini prometía ser la joya de la corona. Ahí estaba, en todo su esplendor, en un video titulado “Hands-on with Gemini: Interacting with multimodal AI”. Un despliegue de habilidades comunicativas y estratégicas en tiempo real que habría hecho palidecer a cualquier IA precedente. Pero, como en los mejores actos de ilusionismo, lo que veíamos no era más que una ilusión. Una edición hábil ocultaba la verdad: Gemini no era capaz de tales proezas. La magia se desvanecía, y con ella, la promesa de un nuevo amanecer en la inteligencia artificial.
El blog de Google, en un acto de transparencia o quizás de descuido, revelaba el truco: las respuestas no eran en tiempo real, sino fruto de una cuidadosa selección de preguntas y respuestas escritas, adornadas con imágenes estáticas. ¿Habíamos sido espectadores de un espectáculo de sombras chinas en lugar de una revolución tecnológica?
El escándalo no tardó en hacer eco en los medios. Bloomberg, siempre al acecho, destapó la verdad y, como si fuera un efecto dominó, las críticas no tardaron en llover, incluso desde el interior de las mismas oficinas de Google. El gigante tecnológico, acostumbrado a ser el titiritero, se encontró súbitamente en el papel de marioneta, con los hilos de la credibilidad cortados.
El gran teatro de los videos manipulados
Y ahí nos encontramos, espectadores de una comedia de enredos en la que Google, en su intento de eclipsar a Chat-GPT 4, termina siendo víctima de su propia trama. La ironía no podría ser más deliciosa si se tratara de un episodio de “El glamour”, la última sensación de Netflix. ¿Qué nos dice esto sobre la era de la información y la tecnología? ¿Estamos simplemente presenciando otro acto en el gran circo digital, donde la verdad es tan flexible como un contorsionista?
¿Cuánto durará la fiesta de los inversionistas?
El lanzamiento de Gemini, más allá de sus falacias, tuvo su efecto en el mercado: las acciones de Google se dispararon, creando una ilusión de éxito y prosperidad. Pero, ¿cuánto tiempo puede sostenerse una mentira en un escenario donde cada espectador es un crítico con acceso a un teclado y una conexión a internet?
Este episodio nos recuerda que, en el frenesí de la innovación tecnológica, a menudo somos seducidos por la promesa de lo imposible. Como niños frente a un mago, queremos creer en la magia, incluso cuando sabemos que detrás del telón hay trucos y espejismos. Pero, al final del día, incluso las fábulas necesitan un grano de verdad para ser creíbles.
Y así, con un “abracadabra” un tanto desafinado, Google intenta mantener la ilusión. Pero, ¿podrá recuperar la confianza perdida? ¿O será Gemini recordado no como el gigante que derrotó a Goliath, sino como el mago cuyo truco fue descubierto? En el teatro de la tecnología, el telón nunca cae completamente, y la audiencia siempre espera el próximo acto.